Hace un
tiempo he estado experimentando una serie de cambios y sucesos que me hacen
sentirme de forma negativa. Necesitaba ayuda, y no podía apoyarme de mi familia
porque no me sentía cómodo haciéndolo, por lo que decido comenzar a asistir a
misa todos los domingos en la noche. Llevo alrededor de un mes y medio
consecutivo haciéndolo, pero nunca había presenciado lo que voy a contar a
continuación.
Una
noche, me toca sentarme detrás de un trío de jóvenes los cuales aparentaban ser
de mi edad, cosa que me sorprendió bastante, es extraño encontrar un grupo de
amigos que vayan a la iglesia voluntariamente, asimismo, a la misa asisten una
gran cantidad de personas de mi vecindario. La emoción no fue duradera, estos
jóvenes se mantuvieron toda la misa atentos a sus teléfonos celulares y no
pusieron atención alguna a la palabra del padre, lo único positivo de su
presencia fue que no molestaron a nadie durante la celebración. Era corta,
además el tiempo pasó rápido, pero estos chicos no demoraron en salir
despavoridos por la puerta de la iglesia desde que el padre dijo las palabras
de clausura, si quiera esperaron a que este bajara del altar. Fue una
experiencia totalmente ingrata.
Días
después, voy a un club cerca de mi casa a jugar futbol con un grupo de amigos,
y para mí sorpresa, están los mismos tres chicos de la iglesia. Sin mucha
demora, el grupo comienza un partido. Luego de unos treinta minutos de juego,
tomamos un descanso para beber agua y se inicia una conversación con un
comentario de uno de los muchachos que estaban jugando refiriéndose al trío de
la iglesia: “Oigan, ¿ustedes son de por aquí? Hace unos días, el domingo
pasado, los vi saliendo de misa a los tres.” Realmente ignoré esto en
principio, ya que no estaban hablando conmigo y estaba recogiendo todo para
irme, pero uno de estos tres chicos responde: “Sí, vivimos por aquí, pero creo
que te estás confundiendo de personas, nunca hemos ido a la iglesia”, otro de
los chicos continuó “jajaja dizque la iglesia, eso e’ pa’ “guare”, “no monte”
loco”, -típicas expresiones de cualquier adolescente actual- y el tercero
terminó diciendo “tu seguro no vite’ saliendo de casa de una amiga de
nosotros”. Me apenó mucho escuchar esto, no entiendo por qué esconder el hecho
de asistir a misa.
Esto es
muy frecuente en los jóvenes de esta generación. Por diversas razones, a una
gran parte de estos les avergüenza decir que son cristianos practicantes, y aún
más demostrarlo. No existe motivo alguno que justifique esconder la fe
cristiana, Dios es la razón de ser de cada uno de nosotros, es el elemento
indispensable para nuestro buen desarrollo y lo necesario para nuestro
bienestar tanto espiritual como físicamente. El único mensaje que trato de
transmitir con estas palabras es que mostrar la fe hacia Dios, nunca te hará
peor persona, y mucho menos será un motivo para ser juzgado. A fin de cuentas,
es Dios el único ser que nos apoyará incondicionalmente. Es hora de
concientizar a las actuales generaciones y a las que vienen en camino.
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